La región Ica atraviesa deficiencias en el sector salud que dificultan la asistencia de personas en el primer nivel de atención. De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud (Minsa) a 2024, casi la totalidad (99%) de los establecimientos de este nivel de atención presentaba capacidad instalada inadecuada: paredes en mal estado, condiciones sanitarias precarias, falta de equipos biomédicos, entre más afectaciones. Esta situación restringe la atención médica oportuna de la población.
Precisamente, el primer nivel de atención se encarga de atender las enfermedades más frecuentes, como resfriados e infecciones menores. Este es el caso de bronquitis, diarreas, entre otras; además de brindar servicios preventivos como vacunación y atención a madres gestantes.
El gerente del Centro de Salud de Parcona –uno de los más importantes y cuya construcción fue recientemente reactivada– denunció las riesgosas condiciones en las que venían atendiendo a la población en un local provisional: carecía de equipos biomédicos y de seguridad esenciales. De hecho, estuvieron en riesgo de clausura por parte del Gobierno Regional, pese a las reiteradas solicitudes de visita para que las autoridades verifiquen la crítica situación en la que se encontraban. Fue el propio personal de salud quien tuvo que autogestionar la compra de implementos mínimos para brindar atención a sus pobladores.
“La debilidad del primer nivel de atención golpea en primer lugar la salud de los pacientes. Cuando no reciben una respuesta temprana, enfermedades simples se complican y ponen en riesgo su vida y bienestar. Esta falta de atención oportuna también repercute en la economía: al llegar a los hospitales especializados, el tratamiento es mucho más costoso y la carga para el sistema sanitario aumenta. Por eso, invertir en fortalecer este nivel no solo protege la salud de los iqueños, sino que también permite aliviar la presión sobre los hospitales y garantizar un desarrollo económico más sostenible para nuestra región”, comentó Franco Saito, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).
En este contexto, muchas familias no tienen otra opción que acudir a servicios privados o trasladarse a hospitales ubicados fuera de su distrito. Esto no solo implica más tiempo y esfuerzo, sino también un incremento significativo en sus gastos de transporte, consultas y medicamentos. El impacto recae con mayor fuerza en los hogares de menores ingresos, que se ven obligados a destinar una parte considerable –y muchas veces desproporcionada– de su presupuesto a cubrir estas necesidades básicas, poniendo en riesgo su estabilidad económica.
Siendo así, en nuestra región fortalecer el primer nivel de atención no es solo un tema de salud, es una decisión clave para el desarrollo de la región. Contar con postas y centros de salud cercanos, con médicos disponibles y medicamentos al alcance, evita que el golpe más fuerte lo reciba la salud de las personas, que muchas veces ven agravadas sus enfermedades por no acceder a atención oportuna. Además, reduce gastos innecesarios en traslados y permite que las familias vivan con mayor seguridad. De esa manera, también se generan menos ausencias en el trabajo, más productividad y mayor tranquilidad en los hogares iqueños. Apostar por este nivel es invertir en el bienestar de cada familia y en un futuro más sostenible para nuestra región.